¿PERDONARLO A EL PARA QUE YO PUEDA SER FELIZ? :O
- Marie F.
- 21 dic 2017
- 10 Min. de lectura
- ¡Perdóname!, te engañé con Alejandra, ¡lo siento!
- ¿Por qué lo hiciste?
- No lo sé.
El dolor era tan insoportable que me metí dentro del closet a llorar, no quería despertar a mi hija, pero sentía que se me rompía el alma. Fue cuando sentí que “algo o alguien” me abrazó, sentí paz, más después, volvió el dolor, el llanto no lo aliviaba…
***
Toda mi vida oí hablar del perdón; desde niña oía decir: “Perdona a tu prójimo”, “Se debe perdonar hasta 70 veces 7”.
¡¡PERDONAR!!
Que palabra tan sencilla y complicada para mí, “perdono, pero no olvido”, era la típica frase que frecuentemente oía en casa desde mi infancia.
Recuerdo que entre más crecía, esa palabra se volvía más complicada para mí. Y es que en verdad me dolían las burlas de mis compañeros cuando era niña, porque era una niña muy gordita y cuando entras a la preadolescencia quieres gustarle a los niños y yo sentía su rechazo por esta razón. (De hecho, cuando en verdad me gustó un niño, me volví anoréxica para poder estar “bonita” y así poder gustarle, tenia 13 años, pero eso es otra historia).
Ya en la juventud, ¡fue tan difícil perdonar! cuando mi mejor amiga me “traicionó” y salió con el chavo que fue Mi novio, que aún me gustaba y del cual seguía “enamorada”. (¡MI EXNOVIO! ¿Acaso me pertenecía? Como dice mi sensei: NO TENEMOS POSESIONES HUMANAS)
Y es que, en verdad, ¡no tenía ni idea de lo que era el amor!
Pensaba que el hecho de sentir que estaba dispuesta a dar mi vida por él era suficiente. Pero él me decía que el amor era otra cosa, no le entendía nada, hasta que terminó conmigo y le dije que, si nos dábamos el beso del adiós, y me dijo que sí, pero como él quisiera.
No entendí, hasta que me besó y me tocó una bubie de forma abusiva, porque en primera, era algo que yo no quería, ni esperaba y en segunda tampoco le había dado ninguna señal de que era algo que yo quisiera.
Fue la primera vez que alguien me había tocado de esa forma y fue la sensación más horrible que sentí en mi vida hasta ese entonces; tenía muchas ganas de llorar.
Regresé a mi casa corriendo y llorando, no entendía por qué él había hecho eso ¡Yo no quería una caricia así!
A partir de eso, él intentaba abusar sexualmente de mí, pero no me dejaba.
A veces, literalmente le sostenía fuertemente las manos para que no me tocara. ¿Qué hacía ahí? ¿Por qué no podía dejar de verlo?
Ahora sé que había creado hacia su persona un apego emocional muy fuerte, hasta que la “traición” de mi amiga me “liberó” de esa relación. Lloré y sufrí mucho pero cuando entendí “lo que ella hizo por mi” lo agradecí, después de todo fue una mejor amiga y me pregunté: ¿Qué es el perdón?
¡¡Perdonar!!
¿Incluso a mamá?
Siempre me sentí muy sola desde la infancia, la adolescencia y la juventud. Mamá no tenía tiempo para mí. Literalmente crecí observando y aprendiendo de lo que veía a mi alrededor. Incluso, aprendí a tocar el piano sola.
Un día, le pregunté a papá (que es músico) cómo eran las notas en el piano y en el pentagrama y lo hice, ¡Era toda una autodidacta!; pero con el suficiente miedo para no preguntar si estaba bien o no lo que hacía en todos los aspectos.
¡Tenía miedo desde que recuerdo! sabía que si me equivocaba era una cueriza segura lo que recibiría y no quería eso.
Quizá por eso me volví “tan autosuficiente y perfeccionista”.
Cuando vi a esa hermosa mujer que me imponía, cuidarme recién operada de la cesárea, atendiéndome con mucho cariño, me sentí protegida y querida como nunca. Entonces, ella me pidió perdón inesperadamente por haberme dejado sola todo ese tiempo, nos abrazamos y lloramos, y desde ahí nos hicimos confidentes y mejores amigas.
Muchas personas dicen que hablar del perdón desde la felicidad y la alegría resulta sencillo. Aún así, para mí, aún representa un trabajo diario, pero posible.
Aunque hablar del perdón, desde el dolor, no fue cosa fácil para mí y es que:
-Cuando no sentía el cariño de mi esposo mas que en el abrazo sexual (razón por la cual lo buscaba al inicio) ¡Duele!
-Cuando sentí por años su crítica (y oía sus gritos) a todo lo que hacía, ¡Duele! Y en vez de dialogar, peleaba. (como dice mi sensei, ese mecanismo de vuela o pelea)
-Cuando su enojo fue tanto, que terminó rompiéndome la nariz y me encontré, llorando en el piso en un charco de sangre mientras que mi hija de 4 años caminaba desesperada alrededor de la mesa sin saber qué hacer. ¡¡Duele!!
-Cuando volví a caer en desórdenes alimenticios, pero en vez de la anorexia, la compulsión al comer por una absurda “venganza” pues pensaba que él se enojaba por verme gorda ¡Duele! Y es que, en este punto en realidad, ¿A quién estaba lastimando?
-Cuando, ya enormemente desesperada, porque ¡No quería seguir viviendo así! Y todo lo que encontraba eran palabras como: “Tú estás mal “ (y no había abertura al diálogo) empecé a tirar todo a mi paso, y sus palabras resonaban en mi mente “estás mal”, y entonces pensaba: “si yo estoy mal, entonces soy yo quien les hace daño, soy yo quien no debería existir”. Quise terminar conmigo misma y quise cortarme, pero él me detuvo, y me di cuenta de que, finalmente en ese estado, él por fin “me escuchó”. Aprendí que por ese camino me hacía caso, y, por consiguiente, lo seguí haciendo hasta que se volvió algo inconsciente y me volví “loca” ¡¡Duele!! porque tenía la decisión de irme, pero sentía que lo amaba y además había escuchado que el matrimonio era para toda la vida y malentendí esas palabras y “soporté” cualquier cosa,
¿En nombre del “amor”? ¿en nombre de la fe?
-Cuando supe que era infiel, y perdoné sin tapujos, pero no importó porque mientras le hacía sus tareas de la maestría él se iba a divertir con su amante, ¡¡Duele!! (Y es como dice mi sensei, la infidelidad no sirve porque es cierto, genera dolor y rencor. ¿Y qué es la fidelidad sino tan solo un pacto libre entre dos?, por eso pienso que en vez de romper ese pacto, es mejor terminar la relación, lo entiendo ahora perfectamente).
-Cuando me cerró la laptop con toda su fuerza sobre mis manos, en un momento de enojo, lastimando mis dedos y tuve que mentirle al médico y andar días con una férula. ¡Duele!
Y así entre tantas cosas más que no vale la pena seguir recordando porque ese pasado, ahora tan solo son imágenes que alguna vez existieron y que ahora ya no tienen ningún significado. Mas sin embargo las cito por si puede ayudar a alguien que haya pasado o esté pasando por lo mismo que yo.
Después de todo, ¿Acaso no fue mi decisión permanecer viviendo así? ¡Es cierto!, ¡lo entiendo!, estando adentro era difícil ver que vivía en una relación tóxica, me callaba y no decía nada, me aislaba, no quería que nadie se enterara y me consolaba con los “bellos momentos” que pasábamos juntos.
Porque hubo bellos momentos. Esos increíbles aniversarios en donde el sexo era magnífico.
Y porqué no hablar de que efectivamente Sí, el tiempo hizo surgir una especie de amor entre ambos, la compañía, el salir juntos adelante, el apoyo mutuo en cuanto a diversos problemas hizo surgir el cariño.
Por eso el corazón se consolaba con esos momentos “mágicos”, pero ¿acaso alguna vez perdonó en realidad? Quizá sí, pero no siempre o al menos como escuchaba en mi infancia: “perdono, pero no olvido” ( ese resentimiento que queda al sentirse herido o al menos eso entendía desde que era niña)
Y es que con el tiempo, las agresiones verbales y psicológicas se vuelven insoportables y duele. Entonces, buscas ese “sentido de justicia” ¿perdonar?, ya no era fácil, el rencor va creciendo en tu corazón, se anida, quema, te vuelves incapaz de hablar con dulzura, ya no hablas con amor. Tienes miedo, tienes miedo de dar, miedo de sufrir, tus barreras defensivas están al tope, siempre a la defensiva, te vuelves duro, agrio, agresivo, ya no “puedes” perdonar, eres la “victima” y duele más, mucho más.
Y eres la “victima”, porque en vez de perdonar e irte sigues pretendiendo encontrar en él lo que tú no tienes, estás vacía de amor, vacía de autoestima, vacía de perdón. Quieres escuchar un “lo siento” por parte de él que nunca llega y nunca llegó, y te vuelves necesitada de su arrepentimiento y te quedas ahí esperando en un ciclo interminable que solo conduce al abismo.
Es cuando te das cuenta de que necesitas ayuda, y la pides y empiezas a hablar, cansada de vivir aislada, pero nadie te cree, nadie te ayuda y desesperas. Y es que por muchos años has vivido en el silencio tras la máscara de una relación “perfecta”.
Al final, te cansas de pedir ayuda, te cansas de vivir así, eres la “victima” y no puedes más, te quedas sin fe, sin esperanza y sin amor. La falta de perdón solo hace que crezca más, todo lo negativo que hay en ti, porque se anida el rencor, destruyendo lo que hay a tu alrededor pero principalmente a ti, se vuelve un monstruo horrible, tan enorme, que es imparable.
Ya no amas, en ese punto ya te sientes capaz de hacer cosas que jamás pensaste hacer: De hacer daño.
Aquí, fue donde sentí que Dios actuó en mí porque ya no tenía fe. (me volví atea literalmente, no creía ya en nada). Sentí que me tomó de la mano en ese abismo en el que me encontraba y me sacó de ahí poco a poco a través de un dulce recuerdo de mi juventud, me alejé entonces de mi esposo para curarme.
Lejos, mi corazón fue sanando y al sentirme mejor quise arreglar las cosas con él, me presenté ante él vestida de azúcar, como diría Gloria Trevi, pero me encontré exactamente con lo que había dejado. Y es que para ser rigurosamente honesta, buscando ese “sentido de justicia”, no noté el cambio en él, su intento de querer hacer las cosas bien el último par de años, su esfuerzo de querer hacerme feliz con sus detalles; en ese momento, mi sentido de justicia no lo vio, por eso siento que él se cansó y se fue.
Y es que finalmente, ¿por qué tenía que volver?, ¿pesaba tanto el hasta que la muerte los separe?
Ni él ni yo éramos felices, nuestra relación estaba donde la había dejado, pero dolió y mucho. Le gritaba a Dios llorando ¿por qué?. Fue cuando empecé a recordar que, en mi afán de pedir justicia, solo fui la peor versión de mí misma con mi esposo. Le pedí perdón a Dios, quise hacerlo con él, pero ya jamás contestó y mucho menos quiso hablar conmigo, me sentí culpable y quise recuperarlo.
Busqué en internet la forma de “recuperar a mi ex”, encontré una sin fin de páginas que hablaba sobre eso. ¡Era sorprendente!, compré un par de libros que hablaban de ello, no entendía mucho lo que decían, eran técnicas que no resonaban en mi mente. Busqué finalmente en donde para mí era más cómodo: YouTube (es mi mejor forma de conexión con internet, a través de los videos). Vi muchos videos y fue cuando vi a Enrique, “Como recuperar a tu pareja- un poco de psicología para reconquistar”
.Me llamó mucho la atención lo que dijo, pero solo eso.
Seguí leyendo, pasaron 2 semanas más, incluso ya no comía nada. Regresé a YouTube y volví a encontrar a Enrique, (sé que Dios literalmente lo puso en mi camino): “Como superar la depresión 2 hacks mentales para salir de la tristeza o depresión rápidamente”
Finalmente, días después, me enteré de su infidelidad por boca de ella. Quise morir, literalmente no podía más, sentía un dolor tan insoportable que me empecé a golpear la cabeza contra la pared y como no quedaba inconsciente me empecé a cortar compulsivamente hasta que las palabras que había escuchado de Enrique resonaron en mi mente, como una pequeña chispa de luz en mi razón. Me detuve y me puse a llorar sacando todo mi dolor.
Hoy lo entiendo todo, e incluso le he pedido perdón a mi cuerpo por tanto abuso.
¿Por qué creía que ese hombre iba a querer seguir en una relación que nos había llevado al abismo sea cual fuese la razón?
¿Por qué creía que él era el único responsable de todo si yo había reaccionado ante su agresión con agresión en mi sentido de justicia, en vez de irme si no era feliz en esa relación?
¿Por qué no me fui el día que me dijo que si me trató así era porque quería que yo le pidiera el divorcio a él? Por qué, después de todo me dijo que se casó conmigo solo porque estaba embarazada.
¿Por qué callé tanto tiempo, y no pedí ayuda, si es que tanto lo “amaba” como decía?
¿Amor o dependencia emocional?
¿Qué es el perdón después de todo?
Para mí, es aquello que te hace libre porque, en nuestro afán de pedir justicia, nos enfrascamos en odiar y guardar rencor. Como dice mi sensei: es una brasa ardiente que sostenemos en la mano y no queremos soltar, y quema; por eso a la persona que más lastimas es a ti mismo porque crece, crece tanto que se convierte en un monstruo que causa mucho dolor, que enferma el alma, la intoxica y la mata o al menos eso es lo que yo sentí. Quizá, no lo sé, si tan solo hubiera tomado mi responsabilidad y hubiera perdonado ¿hubiera sanado esta relación? No lo sé, quizá no, pero sí pudo haber terminado de una mejor forma. (Porque en definitiva, cuando aprendí a amarme a mi misma, supe que no volvería a esa tóxica relación).
“Perdona, no porque la otra persona merezca el perdón sino porque tú mereces paz.” Jonathan Lockwood Huie
Hace ya un par de meses que le perdoné con todo el corazón, que me perdoné a mí también, (¿cómo? agradeciéndole todas las enseñanzas que él me dejó y más por esos momentos mágicos que vivimos juntos, y por tantas y tantas cosas más).
Tomé seriamente mi responsabilidad, trabajé duro cambiando mi forma de pensar, hackeando mi mente y dándole un significado distinto a cada cosa. Se abrió mi mente, mi corazón y pude ver con más claridad, porque finalmente cuando vives libre, libre de ese rencor, odio o resentimiento, puedes ver en retrospectiva si puedes continuar o no pero ya sin esa venda que ciega tu razón y más tu corazón, ¿por qué exigir algo que uno mismo es incapaz de dar?
¿Y si duele tanto porque seguir ahí?
¿Amor o apego emocional?
Hoy le tengo aprecio y cariño al padre de mi hija. Hoy ya no tiene mi permiso para herirme, soy libre, y eso lo he logrado a través del perdón. Y entonces, ¿por qué no divorciarme con amor?
Pero. ¿qué es el amor después de todo?

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